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En el diario Reforma del 15 de julio 2016, en la sección Gente, que es la de socialitos y similares, la Musa lee con deleite esta sesuda crítica firmada por Fidel Orantes, y titulada por él mismo así: Revive Ravel con Sinfónica -Ofrece el pianista Benedetto Lupo concierto 1 en honor al compositor.

Lo primero que alcanza a comentar la esférica redactora de Pauta es que, parafraseando al tetrarca Herodes en la ópera Salomé 2 de Strauss 3 (nótese lo culta que es la dama), no es bueno eso de que los compositores anden reviviendo. Ya con más calma, La Musa Inepta disfruta a fondo el texto de Don Fidel sobre el redivivo Don Ravel 4 que dice así:

Las composiciones del francés Maurice Ravel revivieron por un par de horas el sábado pasado. La Orquesta Sinfónica de Minería 5, bajo la batuta de Carlos Miguel Prieto 6, y el pianista Benedetto Lupo, trajeron de vuelta sus melodías al interpretarlas durante un concierto en la Sala Nezahualcóyotl 7. Poco después de las 20:00 horas, vestido de etiqueta, Prieto salió al escenario para sumarse al centenar de músicos con sus instrumentos. Cuerdas, metales y percusiones estaban ya afinados para comenzar. El público, unas mil 200 personas, aplaudieron al verlo. Después vino un silencio e inmediatamente después, el director movió sus brazos y las notas de ”La Valse” 8 llenaron el recinto. Los arcos de los violines, chelos y contrabajos danzaron al compás de la melodía; los sonidos de los tambo­res se distinguían y la gente miraba atenta a la orquesta, solo interrumpida en ocasiones por los quejidos de un niño o el estornudo o tos de alguno de los presentes. Unos 12 minutos después de comenzar el recital, vino la primera ovación. Ésta dio pie al aplauso para recibir a Lupo 9, quien tomó su lugar frente al piano, colocado al frente del escenario, para demos­trar su destreza en “Concierto para la mano izquierda”.  10 Como lo dicta el nombre del tema, el pianista ejecutó cada una de las notas de la melodía mientras era acompañado por algunas cuerdas y percusiones. El italiano entró y salió varias veces del escenario al terminar su interpretación, misma que recibió una fuerte ovación que fue en aumento conforme pasaban los segundos. Tras el intermedio la gente escuchó “Pavana para una Infanta Difunta” 11, con la Orquesta Sinfónica de Minería, y después vino “Concierto para piano en sol mayor” 12, la melodía más larga de la velada. Casi dos horas habían transcurrido desde el inicio del concierto y no hubo prueba más fehaciente de la “presencia” de Ravel que con  “Bolero” 13, el cual generó una generosa ovación de casi un minuto al finalizar el espectáculo.

De entrada, la Musa de Pauta envidia el cronómetro (ha de ser suizo de Suiza) del joven redactor de la sección Gente, al que no se le va la hora ni los minutos ni los segundos ni la precisión para saber cuál fue la melodía más larga de la velada; y envidia también su ojo numérico que le permite calcular así nomás cuántas gentes se dieron cita para ver al resucitado Ravel. Y qué decir de su fina percepción sobre el elegante e impecable vestuario del C. 14 Director de Orques­ta, y del imprescindible dato de que los C. músicos de la H. 15 orquesta sí traían sus instrumentos; porque sin ellos, luego como que se viene dificultando dar un concierto, ¿qué no? Ahora bien, cuando las percusiones están bien afinadas como en este caso, la Sinfónica de Minería suena a todo dar. Y también debe verse súper-divertida, con el maestro Prieto moviendo los brazos 16 de acá para allá, los arcos danzando de allá para acá y los tambores bien distinguidos; o sea, como una línea de conga en la Neza. (Hay que ir más seguido a esos conciertos, dice la Musa). Eso sí, varias dudas le quedan a la Musita: ¿quién quedó inte­rrumpida por quejidos de niños, toses y estornudos? ¿La gente? ¿La orquesta? Es muy importante dilucidar esta dicotómica dualidad de dos, afirma la dilecta dueña de estas páginas. ¿Y la epidemia de enfermedades respiratorias infecto-contagiosas, ya habrá amainado en la Sala Neza? ¿Le habrán dado su mamila al quejumbroso niño? Como lo ha hecho ya en otras ocasiones, La Musa Inepta de Pauta celebra que el maestro Lupo se haya colocado frente al piano y no detrás; así se alcanza a oír mucho mejor el instrumento… sobre todo si está colocado al frente del escenario, porque si lo dejan en la bodega, se escucha más bien lejecitos, pues. Bien ganado ese aplauso, maestro Lupo, por hacer exactamente lo que dicta el nombre del tema y ejecutar cada una de las notas de la melodía, aunque solo lo hayan acompañado algunas cuerdas y percusiones; es que (la Musa lo supo de buena fuente) había huelga de alientos y metales esa noche.

Oigan, se pregunta la redactora de referencia: ¿no se habrá mareado o cansado el maestro Lupo de tanto entrar y salir del escenario? En cuanto al éxito notable del Bolero, al Sr. Fidel se le olvidó añadir que la generosa ovación generada fue generalmente genérica. (Aquí, la Musita no puede dejar de alardear aguerrida­mente de su académica aliteración). Pero… ¡imagínense nomás! ¡Una ovación de casi un minuto! Ahora bien, ¿así está bien de números y estadísticas, o quie­ren más? Porque viene resultando que ahí juntito a esta joya de crónica/crítica/reseña/reportaje/editorial musical, la Musa halló, del verbo hallar, la numeralia indispensable, impresa en letras así de gordas (casi como ella):

Pasión musical. 126 músicos en escena, 105 minutos duró el recital, 3 melodías tocó Lupo, 2 conciertos ofreció la orquesta.

La Musa, siempre cooperadora, añade, para regocijo del autor y de sus lectores (de ella, no de él), unos cuantos datos duros más: 4 cuerdas traía cada violín, 2 baquetas usó el señor de los tambores, 1 batuta blandió el director, 27 estornu­dos se emitieron, 43 toses se escucharon, 6 veces se quejó el niño, casi 2,400 manos aplaudieron durante un total de 4 minutos y 36 segundos, 19,567 notas tocó la orquesta.

¡Tiemblen, críticos de música, que su tiempo se está acabando!

En las páginas de atrás (justo antes de los monos de los moneros) de la revista Proceso, en su número 2099, apareció poco tiempo ha este bello parrafito, o sea, párrafo chiquito, al interior de otros más grandes:

Dedicada íntegramente al compositor romántico por excelencia, Piotr Ilich Tchaikovsky 17, la gala se ordenó con tres de sus obras: la Obertura Solemne 1812 18, posiblemente la más famosa de todas las oberturas habidas y por haber, incluidas las muy festivas de Rossini 19: la obertura-fantasía del me­nos popular de sus ballets, Romeo y Julieta 20, y la hermosísima 5ª Sinfonía 21.

Aquí sí, la Srita. Inepta no puede estar más de acuerdo. ¡Con toda razón Romeo y Julieta es el menos popular de los ballets de Tchaikovsky! Es que es más bien feíto, tanto de música como de coreografía. Mucho mejores son, por ejemplo, Francesca da Rimini 22La Tormenta 23Hamlet 24Manfredo 25 y La Tempestad 26. Esos sí que son ballets populares de Tchaikovsky y, además de populares, bonitos a más no poder. La Musa no se los pierde cada que los baila la Compañía Nacional de Danza 27.

En un boletín-tín-tín de esos bien bonitos que luego sacan en la televisión de la cultura, o sea en este caso lo del Canal 22, la Musa se enteró de esto, que es importante:

Con más de 30 años como una de las agrupaciones más reconocibles del INBA, Solistas Ensamble 28 tiene un nuevo director artístico, Cristian Gómez, quien se propone revitalizar el repertorio y acercar a un nuevo público a las presentaciones del Ensamble.

Bien nombrado el maestro Cristian Gómez para tan delicada encomienda mu­sical, porque lo que es al maestro Christian Gohmer 29 seguro le van a  encargar otros asuntos, de no menor importancia.

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